La Catedral
de Sevilla acoge en sí os cuerpos de los reyes Pedro I, apodado El Cruel o El
Justiciero, depende de quien lo nombre si partidarios o detractores; de
Fernando III, patrón de Sevilla y artífice de su Reconquista a los moros,
apodado popularmente como “El Santo”; y su hijo Alfonso, que el vulgo lo
renombró como Alfonso X El Sabio”, no en vano, pues destacó en todos los saberes
y a él debemos composiciones y manuscritos singulares.
Además la
Catedral acoge in eternis el cuerpo de Cristóbal Colón cuyo enterramiento tiene la
máxima pompa que pueda tener quien no pertenece a la nobleza y que ha hecho
grandes servicios a la humanidad y a la civilización, en su caso, con el
descubrimiento e inicio de la conquista de todo un continente.
Sabemos que
en 2008 se lleva a efecto la última obra
de relevancia en el templo catedralicio hispalense, se trataba de sustituir 576
sillares de los pilares por bloques de piedra nuevos que tuviesen similares
características para paliar los efectos negativos del paso del tiempo,
aportando mayor resistencia y para evitar en lo sucesivo algún desastre que
lamentar.
El trabajo,
en extremo difícil, se hizo posible gracias al empleo de sistemas tecnológicos
revolucionarios con los que se llegó a demostrar que la seo sufría al día
oscilaciones de 2 cm por causa de la dilatación de los materiales de su
fábrica.
El mismo año
Begoña Alonso Ruiz, de la Universidad de Cantabria, al hilo de sus
investigaciones descubre el plano más antiguo conocido de la Catedral de
Sevilla, pero no lo encuentra en Sevilla sino en el Monasterio de Bidaurreta,
en Oñate, Vascongadas; plano que habría sido hecho sobre 1490. Una vez
estudiado el plano, el documento sirvió para dar a conocer datos muy
importantes de la construcción del magno edificio.