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Comer en la Edad Media




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Generalmente lo más usual es comer dos veces en el día, en primer lugar en lo que sería el almuerzo cercano al mediodía, esta costumbre perdura en Extremadura, pero en realidad en la zona se come en el desayuno, almuerzo (sobre las 12,ooh), la merienda, lo que en otras regiones es el almuerzo (sobre las 14,30-15,00h), el café (o merienda en zonas no extremeñas) y la cena.

En la Edad Media el almuerzo venía a consistir en la comida fuerte del día, más una merienda más ligera. Lógicamente la Iglesia tuvo gran influencia en los hábitos alimenticios, estableciendo ayunos o prohibiendo comer determinados alimentos en fechas señaladas del año, como en Cuaresma o Semana Santa. Llegaron a prohibirse banquetes en los que se fomentaba la gula y la lujuria, los banquetes en las noches propiciaban el juego además de la lujuria y otras actividades de dudosa virtud. Se prohíben celebraciones cruentas como corridas de toros especialmente por las Cruces de Mayo, etc.

En los banquetes reales o de la nobleza se disponían tablones mantelados para la ocasión. Solían usarse estos mismos manteles para limpiarse y los cubiertos no eran lo usuales que son hoy día, siendo el elemento más usado la cuchara, y solo para determinados platos. Cada cual usaba sus navajas o cuchillos, uso que la tradición ha llevado hasta la contemporaneidad en determinados pueblos, donde cada hombre lleva su propio cuchillo o navaja para múltiples usos.

Las costumbres menos higiénicas de lo que hoy conocemos a la hora de comer, hacía que un mismo vaso o plato pudiera ser usado por varios individuos, siendo costumbre abluciones antes de comer, es decir, lavarse las manos y la cara.

Entre la alta cuna se usaban copas propias de metales nobles y a veces con joyas incrustadas, es el origen del regalo a los recién nacidos de un vaso y cubiertos de plata con el nombre del neonato gravado en los mismos.

Repartir arte del ejemplar cazado se consideraba gran honor y usaba la propia espada para partir la carne y ser invitado a pinchar o trinchar la carne era un privilegio para determinados invitados.

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